A medida que dejamos atrás un año marcado por intensos retos políticos y económicos internacionales, muchos se preguntan si los resultados de las elecciones de Estados Unidos en 2024 influirán en el valor del peso mexicano. La lección del año pasado parece clara: el tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el peso mexicano —determinado por diversos factores— tiende a favorecer al dólar. Sin embargo, las tensiones y la incertidumbre podrían intensificarse tras las recientes declaraciones del nuevo presidente de los Estados Unidos sobre las relaciones económicas entre EE. UU. y México.
En este artículo, revisaremos los eventos más recientes que han influido en el valor de ambas monedas. Además, analizaremos las estrategias políticas, económicas y financieras de la nueva administración estadounidense para ofrecer nuestras proyecciones sobre el tipo de cambio entre el dólar y el peso mexicano para este año.
Peso mexicano vs. dólar en 2024
En 2024, el peso mexicano sufrió cambios drásticos frente al dólar estadounidense. Comenzó el año fuerte, respaldado por condiciones favorables, pero más tarde se debilitó debido a la acelerada evolución de las dinámicas internacionales y presiones internas significativas.
Una combinación de cambios en la política monetaria, eventos geopolíticos y turbulencias postelectorales fueron los principales desafíos del año. Estos factores, en conjunto, marcaron 12 meses volátiles para el peso mexicano frente al dólar.
A principio de año, el valor del peso mexicano se mantuvo fuerte , gracias, en gran parte, a las tasas de interés de Banxico, que eran más de 575 puntos básicos superiores a las de Estados Unidos. Esto hizo del peso una opción atractiva para las actividades de carry trade, una estrategia en la que los inversionistas se benefician de la diferencia entre las tasas de interés de dos monedas, lo que, a su vez, contribuyó a su fortaleza.
Sin embargo, Banxico señaló un cambio de política en marzo, al reducir las tasas de interés en 25 puntos básicos para estimular el crecimiento económico. A pesar de esta reducción, el panorama internacional, que era relativamente estable en ese momento, evitó una depreciación abrupta del peso frente al dólar.
Esta estabilidad fue breve. En abril, las tensiones en el Medio Oriente, específicamente un ataque sobre Israel atribuido a Irán, causaron un cambio dramático en los mercados globales. A medida que el capital huía de activos más riesgosos hacia opciones más seguras —en su mayoría basadas en EE. UU.—, el tipo de cambio del USD frente al MXN se disparó de 16.25 a 18.15 en una semana, lo que debilitó de forma significativa al peso. Esta depreciación rápida reveló la vulnerabilidad del sistema financiero mexicano ante las disrupciones internacionales,, haciendo evidentes los desafíos para mantener la estabilidad en un panorama global volátil.
La recta final del año: incertidumbre política frente a la economía de Trump
En junio, la elección de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México generó preocupaciones en los mercados. Su coalición introdujo reformas, incluyendo cambios al sistema judicial, que continuaron una tendencia iniciada por el presidente saliente, López Obrador, caracterizada por un mayor control ejecutivo sobre el poder judicial.
Tras la toma de posesión de Sheinbaum, muchas de estas medidas avanzaron, debilitando aún más el tipo de cambio del peso frente al dólar. Para septiembre, las acciones del gobierno mexicano que afectaban la independencia judicial fueron mal recibidas por los inversionistas. Durante este periodo, el dólar alcanzó su máximo precio en el año frente al peso, cotizando en 20.22 pesos por dólar, ya que los mercados temían que estas políticas desincentivaran la inversión extranjera.
Ya se estaba formando la tormenta perfecta para una crisis del peso mexicano, y la elección de Donald Trump en noviembre trajo aún más desafíos. La retórica proteccionista de su administración, incluyendo amenazas de aranceles, creó obstáculos adicionales para el peso. A medida que las políticas de Trump comenzaron a definirse, crecieron las preocupaciones sobre posibles restricciones comerciales y sanciones de EE. UU. a México, lo que propició una mayor volatilidad en las proyecciones del peso frente al dólar.
Una batalla en todos los frentes: desafíos que enfrenta México en política internacional
Con base en lo anterior, es posible elaborar una proyección realista del dólar frente al peso mexicano para 2025. Muchos de los desafíos enfrentados por la moneda mexicana el año pasado persisten y, en algunos casos, apenas comienzan a tomar forma. Las presiones externas, las reformas internas y las políticas monetarias divergentes entre México y EE. UU. pondrán a prueba la resiliencia del peso.
La vuelta de Donald Trump a la presidencia de EE. UU. ha intensificado la incertidumbre en las relaciones económicas entre ambos países. Su administración ya expresó la posibilidad de imponer aranceles a las importaciones mexicanas, que estarían condicionados a un mayor esfuerzo por parte de México en el control fronterizo y el combate al narcotráfico. Si estas amenazas se materializan, podrían tensar aún más las relaciones comerciales entre estos países en 2025, incrementando la volatilidad del tipo de cambio.
A nivel nacional, se espera que el desempeño económico de México quede rezagado frente al de EE. UU. La encuesta privada de Banxico proyecta un modesto crecimiento del PIB del 1.17% para México en 2025, una desaceleración respecto a 2024. En contraste, se pronostica que la economía estadounidense crezca un 2.1%, impulsada por el gasto del consumidor y posibles recortes fiscales introducidos por la nueva administración.
Esta divergencia económica se espera que erosione aún más la ventaja de México a medida que el período de carry trade llegue a su fin. Los recortes anticipados en las tasas de interés por parte de Banxico, que pasan del 10.00 % al 8.00 %, reducirán la diferencia de tasas con Estados Unidos, disminuyendo el atractivo del peso para actividades de carry trade y ejerciendo una presión adicional al alza en el tipo de cambio USD a MXN.
La tendencia de nearshoring que surgió durante la pandemia, donde empresas estadounidenses reubicaron sus operaciones de otros países a México, impulsada principalmente por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, atrajo una inversión significativa al sector manufacturero de México desde el 2021. Sin embargo, su impacto más amplio sobre el peso sigue siendo incierto. Los desafíos estructurales, como los déficits en infraestructura y las preocupaciones de seguridad, continúan limitando todos los beneficios que puede traer la reubicación de las cadenas de suministro y otras operaciones de las empresas estadounidenses.
Poder acceder a todo el potencial del nearshoring, particularmente en el sector manufacturero, va a requerir que México atraiga más inversión extranjera directa, mientras mantiene una relativa estabilidad en las relaciones económicas con Estados Unidos.
A esto se suma la creciente relación comercial de México con China, que contrasta con los esfuerzos de Estados Unidos para reducir la dependencia de las importaciones de este país. Si las tensiones entre Estados Unidos y China escalan, México podría enfrentar presiones para alinearse más estrechamente con su vecino del norte para salvaguardar su ventaja competitiva. Una estrategia internacional clara será fundamental para navegar con éxito las relaciones de México con sus principales socios comerciales.
Uno de los pilares clave para mantener la estabilidad comercial regional, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), también está bajo escrutinio, ya que en 2026 se llevará a cabo su primera revisión. Esto genera incertidumbre, ya que posibles cambios en las reglas de origen o en las estructuras arancelarias podrían poner en riesgo las ventajas exportadoras de México.
Estas preocupaciones han alimentado los temores del mercado de una posible crisis de la moneda mexicana, especialmente cuando la administración de Trump parece estar preparada para rediseñar aspectos del marco comercial global.
Mientras tanto, México arrastra tensiones persistentes del año anterior, que continúan influyendo en la confianza de los inversores. Si bien Banxico ha mostrado avances en la desaceleración de la inflación, y se está preparando para recortes más amplios en las tasas e implementando medidas fiscales para estabilizar la economía, persisten las preocupaciones sobre el estado de derecho y la independencia judicial.Si no se abordan, estos problemas podrían amplificar la volatilidad en el tipo de cambio del peso frente al dólar y desalentar la inversión tan necesaria.
A pesar de estos desafíos, ciertos sectores brindan un apoyo crucial al peso. El sector automotriz, una piedra angular de las exportaciones manufactureras de México, sigue profundamente integrado con Estados Unidos y Canadá, lo que hasta ahora ha asegurado una demanda constante de la moneda.
Del mismo modo, Pemex, la empresa estatal de energía de México, ofrece una mitigación parcial contra la depreciación del peso a través de sus ingresos por exportaciones, que están dolarizados. Sin embargo, su enfoque cada vez mayor en las refinerías nacionales, limita su impacto general en el tipo de cambio.
Un año para ir a la segura: la perspectiva de Bitso para 2025
Todo parece indicar que en 2025, el tipo de cambio entre el peso mexicano y el dólar enfrentará desafíos significativos, tanto por reformas internas como por presiones externas. A la incertidumbre se suma el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, que siembra dudas sobre las relaciones económicas entre México y ese país.
La evolución del peso en 2025 dependerá en gran medida de la capacidad de México para hacer frente a sus vulnerabilidades políticas y económicas mientras atraviesa un panorama comercial mundial cada vez más complejo. Ante estas condiciones inciertas, el dólar estadounidense sigue siendo un refugio seguro y confiable para los mercados. En tiempos inciertos como estos, se recomienda un enfoque cauteloso y vigilante.