Durante este verano, los inversores recibieron una sacudida sorpresa mientras los mercados volvían a la vida.
Todo comenzó a finales de julio, cuando la Reserva Federal decidió aumentar las tasas en 25 puntos básicos después de tomar un respiro. Powell dejó en claro que el banco revisa atentamente los datos entrantes, tratando de averiguar si la economía se dirige hacia un período de crecimiento más lento, lo que él considera necesario para enfriar la inflación. Dado que el mercado prácticamente ya anticipaba este aumento de tasas, no causó mucha conmoción. Pero al día siguiente, un informe del Departamento de Comercio tenía una sorpresa: la economía de Estados Unidos había crecido más rápido de lo que nadie esperaba en el último trimestre, con un sólido crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 2.4%, superando el conservador pronóstico del 1.8% de los economistas. Además, el Banco de Japón insinuó algunos cambios en su política de control de rendimiento. Los inversionistas tomaron esto como una señal de que tasas más altas podrían estar en el horizonte, y el rendimiento de los bonos a 10 años subió como espuma, arrastrando a la baja inversiones más orientadas al riesgo.
Para complicar las cosas, el 2 de agosto, Fitch Ratings rebajó la calificación de Estados Unidos de ‘AAA’ a ‘AA+’. Los inversionistas no estuvieron nada contentos, pues les recordó todos esos bonos estadounidenses listos para llegar al mercado en los próximos meses. Mientras que el Tesoro de Estados Unidos se prepara para emitir casi $2 billones antes de que termine el año, otros países están empezando a evitar el mercado de bonos estadounidenses debido a preocupaciones geopolíticas.
Avancemos hasta la semana pasada: los rendimientos de las deudas gubernamentales a largo plazo en Estados Unidos alcanzaron niveles que no habíamos visto desde 2007, esto porque los inversionistas confían bastante en la capacidad de la Reserva Federal para navegar en torno a una recesión, incluso mientras lidian con la inflación al aumentar esas tasas de interés. Este colapso de los bonos en su conjunto (los rendimientos suben, los precios bajan) también tuvo un efecto dominó en Europa. Los rendimientos de los bonos del gobierno británico a 10 años se dispararon a niveles que no se habían visto desde 2008, y en Alemania hubo un comportamiento similar, alcanzando niveles no vistos desde 2011.
Las minutas que fueron publicadas por la Reserva Federal muestran que la mayoría de las personas a cargo aún creen que existe un riesgo de que la inflación aumente repentinamente. Así que prepárate para más aumentos de tasas en el futuro. Pero ¿estos rendimientos crecientes de los bonos? Han sido un verdadero aguafiestas para inversiones más arriesgadas, especialmente acciones, las cuales han tenido un período bastante difícil en el último mes. Y sí, esta vibra se ha extendido al mundo cripto. Durante un tiempo, la mayoría de ellas se mantuvieron tranquilas, relajadas y estables, mucho menos volátiles de lo habitual. Bitcoin ha mostrado su comportamiento con una tasa de volatilidad histórica de 30 días del 28%, la más baja desde enero. Pero cuando las cosas parecen demasiado tranquilas, es cuando tienden a explotar. Y efectivamente, la semana pasada, el mercado cripto sufrió una caída importante. Bitcoin sorprendió al caer a la zona de los $25,000, aunque se recuperó rápidamente. Mantener este nivel es de suma importancia para preservar el impulso alcista.
Al mismo tiempo y como ya sabes, el mundo cripto puede ser bastante frenético y jugar con los ánimos de los inversores. 💔 Quienes pronosticaban la muerte de las criptomonedas, de pronto, vieron que el precio de bitcoin llegaba casi a los $30,000 este verano y no pudieron evitar preguntarse por qué no se unieron cuando tuvieron oportunidad. Pero luego… fuimos golpeados con una caída repentina que parecía una oportunidad de oro para entrar a un buen precio. ¿Pero adivina qué? Mucha gente se quedó fuera. ¿Por qué? Todo se trata de psicología. La forma en que los inversionistas actúan está totalmente influenciada por el ambiente en el mercado y sus propias emociones. Si hay un gran sentido de miedo, incertidumbre o simplemente pesimismo, incluso una gran caída de precios podría no ser suficiente para que los inversionistas se suban al tren. Esos sesgos engañosos, como el hecho de que odiamos perder más de lo que amamos ganar (aversión a la pérdida, en hablando técnicamente), o cómo tendemos a seguir al rebaño y hacer lo que todos los demás están haciendo (comportamiento de manada), realmente afectan nuestras decisiones. En serio, la aversión a la pérdida puede asustarnos tanto a perder que nos olvidamos por completo de la posibilidad de ganar a lo grande. ¿Y el comportamiento de manada? Es como la presión de grupo pero para los inversionistas. Es mucho más probable que nos contengamos de comprar si vemos que otros no lo están haciendo.
Entonces, ¿hay alguna manera de sortear estas complicaciones? ¡Claro! Solo tienes que planificar con anticipación. Si todavía te estás lamentando por no haber aprovechado comprar algunas criptos a un buen precio, aún puedes repararlo. Entra a tu app de Bitso, establece un precio objetivo y deja que el mercado y la app hagan su trabajo. Si no recuerdas cómo hacerlo, consulta este artículo.
Y recuerda: la volatilidad en el mundo cripto funciona en ambas direcciones, por lo que realmente nunca sabes cuándo las estrellas se alinearán y te permitirán entrar a tu precio soñado.
